lunes, 23 de noviembre de 2015

Escena IV. Comentario.



COMENTARIO. Escena IV

El texto pertenece a la IV escena de Luces de bohemia. Valle-Inclán prescindió en su obra de la división en actos y la compuso en quince escenas diferentes, cada una de las cuales tiene lugar en un ambiente distinto. A pesar de esta ruptura de la unidad de espacio, la obra ofrece una fuerte trabazón interna, conseguida gracias a la presencia continua del protagonista Max Estrella y de su guía, don Latino de Hispalis, así como de algunos motivos recurrentes como el tema de la muerte o el décimo de lotería.
En el texto podemos apreciar dos partes claramente diferenciadas: la acotación inicial de la escena como texto secundario y el diálogo como texto principal. Max Estrella y don Latino en su peregrinaje durante la noche madrileña por distintos lugares, se encuentran junto a la buñolería; de ella sale un grupo de mediocres escritores modernistas. Con las precisas pinceladas descriptivas en la acotación y la agilidad y desenfado en el diálogo, Valle-Inclán consigue dibujar perfectamente tanto el ambiente del local como el de los escritores modernistas. La escena guarda, además, una clara simetría con la IX, en la que Max dialoga en un café con Rubén Darío.
A través del personaje de Max Estrella, Valle expresa en este fragmento su áspera crítica de la realidad española como lo hará en toda la obra.  En el texto aparecen algunos de los aspectos a los que alcanza esa crítica. En primer lugar muestra su rechazo por las escuelas literarias. Las palabras que Max dirige a Dorio de Gadex esconden una queja mucho más profunda que el simple rechazo a la “versallesca” y “aristocrática” estética modernista. Max critica la literatura como evasión, cuestiona el papel del escritor que embellece artificialmente la realidad y se aleja del pueblo: “Usted es un poeta, y los poetas somos aristocracia”, dice Dorio de Gadex, Max le corrige: “Yo me siento pueblo. Yo había nacido para ser tribuno de la plebe”. Sin embargo, también él confiesa que ha claudicado: “y me acanallé perpetrando traducciones y haciendo versos. ¡Eso sí, mejores que los que hacéis los modernistas”. Podría por tanto, verse su clara oposición con los modernistas a los que ridiculiza por su vida bohemia inútil y tan alejada del compromiso social, del pueblo con el que Max se identifica “yo me siento pueblo” expresa Max.  
Su reacción crítica también llega a los autores de teatro de fin de siglo en la figura del escritor de teatro noruego H. Ibsen al que considera trasnochado y aburrido. Y a otras figuras literarias que menudean a lo largo de la obra: a Galdós poco después de esta escena se le nombra como "Don Benito el Garbancero", a los hermanos Álvarez Quintero, a Villaespesa y a Rubén Darío a quien en la conversación con Max repitiendo constantemente el término "admirable".
Pero no acaban aquí sus críticas. Se cierra el texto con  un ataque a las instituciones culturales. Los insultos de Max a la Real Academia Española traducen el despecho de Valle-Inclán por no haber accedido a esa institución: "Y soy el verdadero inmortal, y no esos cabrones del cotarro académico". Esta diatriba contra la Academia refleja también un cierto tono de desengaño "¡Me sobran méritos!  Odian mi rebeldía y odian mi talento. Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos", es decir, de los poderosos, que resulta, en ocasiones, conmovedor: "¡Y soy el primer poeta de España!. Esta forma de elegir a los académicos que rechaza a los más aptos y elige a los más ineptos  ya aparecía también en el árbol de la ciencia cuando Andrés Hurtado describía la forma de seleccionar a los políticos más ineptos en Alcolea del Campo, que elegían la paja y rechazaban el trigo.
Y no podía faltar la crítica a los políticos de su época con críticas, en este caso a Maura, presidente del gobierno durante el reinado de Alfonso XIII y director de la Real Academia: "¡ Muera Maura''', grita Max Estrella, "¡Muera! ¡Muera! ¡Muera!", corean los modernistas. Serán estos los gritos de alboroto que llevarán detenido a Max a la Delegación y posteriormente al calabozo.
Los personajes de este fragmento se completan con otros muchos que aparecen en la obra, de diversa condición y estrato social como la prostituta, el ministro de Gobernación, el obrero catalán, Rubén Darío…; el autor se sirve de ellos para recrear el ambiente de ese Madrid que vivió Valle Inclán.  Y como figura central, el protagonista, Max Estrella, caracterizado con rasgos nobles y dignos: es el héroe impotente ante la injusticia y miserias del mundo; el que mejor “ve” la realidad, el poeta ciego y marginado que reconocerá más adelante también su propia mediocridad en la escena del Ministro.
Ampliar con las similitudes que este texto crítico pueden tener en la actualidad a pesar de la evolución que España ha tenido en este siglo  
Vemos así que tanto el fragmento como la obra son una crítica total, crítica no sólo a los de políticos o a las instituciones, sino a todos; estamos ante una crítica colectiva que ofrece una visión de los conflictos que urden la vida de España. En suma, todo parece llevarnos, en conjunto, a aquella frase suya: “España es una deformación grotesca de la civilización europea.”

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